Picasso y Aragón

Goya-Gargallo-Buñuel

Diciembre 2022 Museo de Teruel







 
   

 

 


El Museo Provincial de Teruel acoge hasta el 20 marzo de 2022 la exposición “Picasso y Aragón. Goya-Gargallo-Buñuel”, una muestra inédita y entre las más ambiciosas de las últimas décadas en este centro expositivo de la Diputación de Teruel, que contribuye a forjar la historia del arte español.

“Picasso y Aragón” es el resultado de una visión pensada años atrás por el comisario y los responsables del Museo de Teruel. Guigon es museólogo, doctor en historia del arte contemporáneo y actual director del Museo Picasso de Barcelona. Su colaboración con el Museo de Teruel no es algo novedoso, ya que los lazos con el centro comenzaron en los años 90, cuando fue comisario de la exposición “El objeto surrealista en España”.

“Es una exposición a la vez local, regional, nacional y también con una ambición internacional, con gran aportación a la historia del arte en Aragón y para la historia del propio Picasso”, ha detallado. El comisario ha relatado además cómo surgió la idea de la exposición, cuando él mismo descubrió desde la dirección del Museo Picasso de Barcelona una obra del artista en la que aparece una columna con un “torico”.

Goya, Gargallo y Buñuel se unen con Picasso y con Aragón desde lugares e historias muy distintas. Si Goya fue un maestro en un sentido holístico, Gargallo lo acompañó en sus primeros y decisivos pasos como pintor. Por otro lado, el pintor malagueño compartió con Buñuel el espíritu de una época y una ciudad, París, así como un extenso círculo de amigos, pues trazar una red de amistades fue siempre para Picasso una necesidad vital y espiritual, imprescindible para entender su vida y su obra como un todo en constante regurgitación.

De este modo, la apuesta del Museo de Teruel por colocar a todos estos artistas juntos en una sola exposición es un intento de poner en valor los vínculos de amistad y de inspiración en la vida de Picasso, unidos ahora por una tierra que tuvo siempre presente en su memoria.

La relación de Picasso y Aragón se establece en numerosas referencias en sus dibujos, pinturas y grabados, sin embargo, el comisario de la exposición, Emmanuel Guigon, valora que existen pocos elementos sobre la presencia del pintor en la región. “Podemos suponer que viajó a Aragón durante varias estancias en el territorio catalán fronterizo de Horta de Sant Joan y antes de llegar de visita al domicilio familiar en Barcelona”, explica.

La colaboración científica de Malén Gual, Laurence Madeline, Jèssica Jaques, Chus Tudelilla y Javier Herrera en el catálogo ha aportado contribuciones inéditas al estudio de la obra de Picasso y Aragón, una tierra donde se cruzan vivencias diversas con estos tres autores esenciales que, de una u otra manera, con mayor y menor intensidad, formaron parte de su vida.

Son secretas las correspondencias con Goya puesto que, excepto de manera literaria, Picasso no reveló de manera explícita la influencia del pintor aragonés, como sí lo hizo, por ejemplo, con el Greco o con Zurbarán. “La relación de Picasso con Goya fue una relación íntima, casi un vínculo umbilical entre maestro y discípulo a través del cual el pintor fagocita el trazo goyesco para llevárselo a su tiempo y a su pintura”, detalla el catálogo de la exposición.

Picasso mira a Goya y Goya muta en el trazo de Picasso, lo que se podrá apreciar en las series completas de ambos dedicadas a “La Tauromaquia”, entre otros grabados que componen la muestra. Ambos se reflejan en las inquietudes expresivas, siempre con una mirada avanzada a su tiempo, así como son figuras irreverentes frente al absolutismo y a la Iglesia de su época, y rejonean a una España convulsa.

Aragón se vincula con Picasso también desde una experiencia enteramente personal. Su amistad con Pablo Gargallo empieza en la época temprana de sus visitas en Els Quatre Gats de Barcelona, hacia 1899, y se consolida durante la primera estancia de Picasso en París, en 1903.

Con Luis Buñuel hubo una relación más equidistante unida por las simpatías que ambos tenían por escritores y artistas de su época, como García Lorca, Juan Gris o Ismael de la Serna, aún llevándose entre los dos poco menos de veinte años. Y es este cambio generacional lo que también los distancia, siendo Picasso un pintor ya reconocido y discutido cuando Buñuel le conoce en 1925 en el estudio parisino de Manuel Ángeles Ortiz, cuando tenía apenas 25 años y un claro espíritu rupturista.

Tal como cita en su autobiografía, Buñuel no pensó de Picasso que fuera alguien con el que se pudiera entender, siendo para él un personaje algo frío y deshumanizado, poco político, y no será hasta después de la Guerra Civil que esta idea cambiará, cuando Picasso performó, a través de su obra y de un exilio voluntario, su posición contra el fascismo y el horror de la dictadura.

El traslado a México puso fin a sus relaciones asiduas, pero no a la admiración recíproca. Picasso asiste diversas veces a sesiones privadas del cineasta aragonés.